Dolor facial, ruidos articulares, traba articular, cefaleas, dolor muscular, dificultad para abrir la boca, sensación de cansancio o fatiga de la mandíbula.  

Existen distintos factores de riesgo como los microtraumatismos, macrotraumatismos, hiperlaxitud ligamentosa, género femenino, malos hábitos que pueden empeorar algún trastorno previo, estrés mecánico sostenido, inestabilidad ortopédica.

Con una anamnesis completa, exploración física, exámenes complementarios y un análisis del cuadro clínico completo, realizado por un profesional capacitado.

Las medidas iniciales que se pueden tomar son optar por una alimentación más blanda, evitar los movimientos mandibulares que generen dolor y evitar los malos hábitos como comerse las uñas, entre otros.

Existen muchos diagnósticos que son considerados como trastornos temporomandibulares, hay algunos que son congénitos, con los que nace el paciente, y otros que se dan por características particulares del paciente, de la forma de los huesos, de la laxitud de los ligamentos, pero hay otros, que se presentan por factores como traumatismos faciales, que podrían ser evitados.

El bruxismo no es un trastorno temporomandibular, consiste en un movimiento mandibular rítmico, que se clasifica según su aparición en bruxismo de sueño cuando dormimos o de vigilia cuando estamos despiertos. El bruxismo hoy en día no se considera una patología y es muy importante realizar su diagnóstico, cuando está asociado a patologías como la apnea obstructiva de sueño o el reflujo gastroesofágico, entre otros, que pueden alterar el estado de salud de los pacientes.

Por otra parte, los trastornos temporomandibulares son un conjunto de patologías de las distintas estructuras del sistema, que generan dolor e impedimento para llevar a cabo funciones básicas como alimentarse, hablar, descansar de forma apropiada por la presencia de dolor.

Sí, pueden afectar el estado anímico del paciente, estando asociado muchas veces a ansiedad o depresión. Por otra parte, afectan la capacidad de alimentación del paciente, con cansancio al masticar o incluso dolor, sobre todo en los pacientes que tienen cefaleas secundarias a trastorno temporomandibular que podrían sentir dolores muy invalidantes.
Además, existe una relación bidireccional entre el dolor y el sueño, por lo que los pacientes con dolor facial tienden a tener peor calidad de sueño y así una peor capacidad para recuperarse de los dolores.

Se debe consultar con un especialista capacitado, que se tome el tiempo de educar a sus pacientes sobre la patología que presentan, sobre los factores causantes que lo empeoran y la solución al dolor que presenta.